jueves, 29 de octubre de 2009
Infantar una estrella
"Ha arribat el temps en que l'home fixi la seva meta. Ha arribat el temps en que l'home planti la llavor de la seva esperança més alta. (...)
Ai!, s'acosta el temps en què l'home no infantarà cap estrella. Ai! S'acosta el temps de l'home més menyspreable, el temps d'aquell que ja no es pot menysprear a si mateix.
Mireu! Jo mostro l'últim home.
- Què és 'amor'? Què és 'creació'? Què és 'nostàlgia'? Què és 'estrella'?- Així pregunta l'últim home i fa l'ullet.
Llavors la terra s'ha tornat petita i sobre ella fa saltirons l'últim home, aquell que tot ho empetiteix. El seu llinatge és inexterminable, com ho és el del poll; l'últim home és aquell que viu més temps.
- Hem inventat la felicitat- diuen els últims homes i fan l'ullet"
Nietzsche. Així parla Zaratustra (Pròleg, 5)
Infanta una estrella qui, prefigurant el superhome, assumeix el caràcter heroic de la existència humana, estableix valors autèntics i fidels a la terra, aspira a ser més, esdevé un esperit lliure. I tu, ets capaç d'infantar una estrella?
miércoles, 21 de octubre de 2009
¡Bienvenido a la familia, Marley!
Desde pequeña he soñado infinidad de veces con la maravillosa experiencia de tener un perro, sin embargo mi madre les tiene un miedo terrible, tanto a los perros como a cualquier otro animal
Hará ya unos años que entendí que mientras viviera bajo el mismo techo que mi madre, la posibilidad de tener el conocido como, mejor amigo del hombre, no existía. Así que empecé a valorar la posibilidad de adoptar otro animal, ¿Sería un loro un buen amigo? ¿Quizás un hámster? ¿Por qué no un conejo? De eso se trataba, un conejo enano, animales tranquilos, cariñosos y relativamente inofensivos. Este sería un buen compañero.
Así que con mil y un argumentos convencí a mi madre y puedo decir orgullosa que tengo un conejo. Y si puedo afirmarlo es porque me he responsabilizado de él. Siento que una vida depende de mi. Sin embargo, con tan poco tiempo juntos me doy cuenta de lo mucho que ya llego a querer a Marley, mi conejo.
Llegar a casa y tenerlo esperándote impaciente para que lo saques a correr al jardín, la alegría que demuestra cuando lo acaricias en tu regazo, te das cuenta de que hacer algo tan simple para ti, significa ofrecerle el mundo a él, quien a su vez intenta agradecértelo con constantes lametazos, y sin duda, lo consigue.
Lo que más me sorprende es la gran evolución de esta semana. Antes se acurrucaba en un rincón al intentar tocarle, sin embargo ahora pide tus caricias. Arañaba al aire al transportarle, pero ahora espera paciente a que le dejes en el suelo, intentaba escapar de tu regazo, y ahora se queda satisfecho. No se dejaba coger para volver a la jaula, aunque ahora sabe que pronto le soltaré de nuevo y es él quién viene a mi y no yo a él.
Todo eso me lleva a pensar si no soy yo quién debería darle las gracias por enseñarme una cosa tan simple y compleja a la vez.
Sin duda, puedo afirmar la lealtad de nuestra amistad, por más gracioso o extraño que parezca. Al mirar en sus ojos negros intuyo en ellos que él confía en ti, que lo eres todo para él y que a pesar de lo que pase no te traicionaría, mentiría, engañaría, ni siquiera, te defraudaría. Al responder este mensaje, no estoy segura de que entienda mis palabras, pero me gusta pensar que él sabe que este sentimiento es recíproco y que a pesar de que no todo el mundo confíe en mi, no voy a fallarle.
Así que, ahora, finalmente, puedo decir claro, alto y fuerte ¡Bienvenido a la familia, querido Marley!
domingo, 4 de octubre de 2009
Quiero
Quiero que opines sin aconsejarme
Quiero que confíes en mí sin exigirme
Quiero que me ayudes sin intentar decidir por mí
Quiero que me cuides sin anularme
Quiero que me mires sin proyectar tus cosas en mí
Quiero que me abraces sin asfixiarme
Quiero que me animes sin empujarme
Quiero que me sostengas sin hacerte cargo de mí
Quiero que me protegas sin mentiras
Quiero que te acerques sin invadirme
Quiero que conozcas las cosas mías que más te disgusten
Que las aceptes y no pretendas cambiarlas
Quiero que sepas... que hoy puedes contar conmigo...
Sin condiciones.
Jorge Bucay
sábado, 3 de octubre de 2009
Cuento sin "u"
puedo hablar hasta de mi cansancio,
de lo mío, del yo,
de lo que tengo,
de lo que me pertenece...
Hasta puedo escribir de él,
de ellos
y de los demás.
Pero sin “u”
no puedo hablar de ustedes,
del tú,
de lo vuestro.
No puedo hablar de lo suyo,
de lo tuyo,
ni siquiera de lo nuestro.
Así me pasa...
A veces pierdo la “u”...
Y dejo de poder hablarte,
pensarte, amarte, decirte.
Sin “u”, yo me quedo pero tú desapareces...
Y sin poder nombrarte,
¿cómo podría disfrutarte?
Como en el cuento... si tú no existes
me condeno a ver lo peor de mí mismo
reflejándose eternamente
en el mismo,
mismísimo,
estúpido
espejo.
Jorge Bucay