Quan encara no havia complert dos anys em van portar al Montessori per primer cop. La decisió d’entrar en aquest col·legi ha sigut el que ha determinat tota la meva vida. Tot el que he viscut, la persona en la que m’he convertit no seria igual si hagués anat a un altre col·legi. Potser hagués sigut millor, potser pitjor, mai podré saber-ho, però de fet, no en tinc cap necessitat perquè me’n sento molt orgullosa.
Aquest col·legi ha significat la meva vida. Pràcticament tots els meus records i amics han derivat del fet que jo estudiés allà. D’alguna manera o altra, la meva vida sempre hi ha estat relacionada.
Vaig començar anant a “parbulitos”, vaig continuar a primària i al començar la ESO molta gent entra a un institut, no obstant, jo vaig seguir al Montessori.
Cada any començava un curs més, cada any m’apropava al moment d’abandonar aquest lloc, tot i que aquest moment mai semblava arribar. Vaig poder començar a ser-ne conscient al arribar a 3r de ESO, ja estava al “pavelló dels grans”.
Sempre havíem vist els de 2n de Batxillerat com a persones adultes a les que mai no arribaríem a assemblar-nos.
Inevitablement, l’educació secundària va acabar i va ser aleshores quan vaig començar el Batxillerat i a encaminar el meu futur.
Durant el primer any d’aquesta etapa veus que els teus companys més pròxims d’un curs superior ja han acabat la seva etapa al Montessori. Els veus fer la Selectivitat, fet que sempre t’ha imposat, però mai arriba el teu torn. I és que al llarg de tots aquests anys, per més que canviï el teu aspecte en el mirall, per més que estiguis al “pavelló dels grans”, per a tu sempre hi ha un any més i la teva vida sempre serà al Montessori.
Però ara tot aquest món, tots aquests pensaments s’esvaeixen, perquè com m’agrada dir a mi, acabo de viure el meu últim primer dia al Montessori, aquell dia que mai semblava arribar. Segurament per això, quan avui ens han preguntat amb quina paraula definiríem els nostres sentiments respecte segon hagués dit Final.
Sense saber com, mires al teu voltant i resulta que ets “dels grans”. Aquells adults que de petit admiraves i mai pensaves ser. Tornes a mirar al teu voltant i penses que ets qualsevol cosa menys un adult, tu no ets com els que surten cada any a la memòria. És com si encara fossis la nena que jugava a sorra fina, a amagar, a qui li agradava que li llegissin contes o que es posava contenta quan tenia deures, perquè això feia sentir-la gran.
És per això que ara i segurament sense ser-ne conscient, em disposo per últim cop a començar un nou curs al Montessori.
miércoles, 16 de septiembre de 2009
lunes, 14 de septiembre de 2009
Un verano más...
Fugaz como siempre, el tiempo transcurre y nítidamente me recuerdo abandonando mi clase y pensando lo mucho que tardaría en volver ahí, así como la cantidad de cosas que viviría hasta que esto pasase. En cambio, ahora esa sensación ha desaparecido. No hay más oportunidades de volver, no hay más tiempo. Sin embargo, estoy orgullosa de mi misma por haber aprovechado al máximo este verano.
Ahora intento mirarme sentada en este tren y sólo veo a una chica ausente, inmune a cualquier estímulo exterior. Sin embargo, un mar de sensaciones la invaden por dentro.
Por mi cabeza pasan miles de imágenes distintas que me permiten recordar una vez más cada momento vivido, como si de una película se tratara.
Ha sido un verano completo, con muchas amistades, tanto humanas como primates, porqué no decirlo. He vivido momentos de intensa alegría y felicidad, me han sacado sonrisas y carcajadas, aunque he pagado un precio por eso. He vivido duras despedidas, uno de mis puntos débiles, robos, lágrimas, tristeza y vacío. Sin embargo, me siento también orgullosa de haber pasado esos malos momentos, porque al experimentarlos me doy cuenta de que eso es debido a que hay personas que han dejado una fuerte huella en mi, cosa que no cabe la menor duda.
Podría estar haciendo un texto maravilloso y emotivo, pero prefiero limitarme a expresar con sencillez mis sentimientos. Y es que ahora, uno de los predominantes es el agradecimiento. Agradecimiento a quién me permitió ir al MEP, agradecimiento a quién ha hecho posible todos esos reencuentros, agradecimiento a las sorpresas, agradecimiento a cada pequeña decisión, y sobretodo, agradecimiento a todas las personas que han hecho que este verano fuera inolvidable. Y si quiero agradecerlo es porque todo eso ha cambiado por completo mi vida.
A pesar de todo, me gustaría destacar a dos personas sin las cuales mi vida, sin duda, no sería la misma.
Por un lado quiero decirle a una de esas personas que ha sido y sigue siendo muy especial para mi, aunque me haya hecho pasar mucho calor, no sólo por su ciudad sino por su manta de piel portátil. Quiero aprovechar para dar un voto a favor de la paz porque aunque pueda parecer lo contrario, en mi casa no se recibe a la gente con puñales. Decirle también que me dio una de las sorpresas, ya no del verano, sino de mi vida y por último, que la esperanza es lo último que hay que perder porque a veces, de ilusiones se vive y a veces, las cosas salen bien.
A la otra persona de entrada debo decirle que quisiera ser un pescao, y ahora debo añadir que no me importa ser el único pescao de su pescadera. Decirle también que ya me comí la mansana y porqué no, recordar lo bueno que estaba.
De nuevo y por millonésima vez, quiero darle las gracias por cada momento vivido, por cada primera experiencia vivida, que han sido unas cuantas, por cada cosa descubierta y aprendida. Pero me doy cuenta de que no puedo agradecerle todo lo que ha hecho por mi, así que me limitaré a darle las gracias por ser tan especial para mi.
Hice una promesa que logré cumplir, y ahora voy a reformularla: volveré (como una terminatrix cualquiera, no es así?) Por lo que no me despediré con un adiós sino con un hasta más ver!!!!
Ahora intento mirarme sentada en este tren y sólo veo a una chica ausente, inmune a cualquier estímulo exterior. Sin embargo, un mar de sensaciones la invaden por dentro.
Por mi cabeza pasan miles de imágenes distintas que me permiten recordar una vez más cada momento vivido, como si de una película se tratara.
Ha sido un verano completo, con muchas amistades, tanto humanas como primates, porqué no decirlo. He vivido momentos de intensa alegría y felicidad, me han sacado sonrisas y carcajadas, aunque he pagado un precio por eso. He vivido duras despedidas, uno de mis puntos débiles, robos, lágrimas, tristeza y vacío. Sin embargo, me siento también orgullosa de haber pasado esos malos momentos, porque al experimentarlos me doy cuenta de que eso es debido a que hay personas que han dejado una fuerte huella en mi, cosa que no cabe la menor duda.
Podría estar haciendo un texto maravilloso y emotivo, pero prefiero limitarme a expresar con sencillez mis sentimientos. Y es que ahora, uno de los predominantes es el agradecimiento. Agradecimiento a quién me permitió ir al MEP, agradecimiento a quién ha hecho posible todos esos reencuentros, agradecimiento a las sorpresas, agradecimiento a cada pequeña decisión, y sobretodo, agradecimiento a todas las personas que han hecho que este verano fuera inolvidable. Y si quiero agradecerlo es porque todo eso ha cambiado por completo mi vida.
A pesar de todo, me gustaría destacar a dos personas sin las cuales mi vida, sin duda, no sería la misma.
Por un lado quiero decirle a una de esas personas que ha sido y sigue siendo muy especial para mi, aunque me haya hecho pasar mucho calor, no sólo por su ciudad sino por su manta de piel portátil. Quiero aprovechar para dar un voto a favor de la paz porque aunque pueda parecer lo contrario, en mi casa no se recibe a la gente con puñales. Decirle también que me dio una de las sorpresas, ya no del verano, sino de mi vida y por último, que la esperanza es lo último que hay que perder porque a veces, de ilusiones se vive y a veces, las cosas salen bien.
A la otra persona de entrada debo decirle que quisiera ser un pescao, y ahora debo añadir que no me importa ser el único pescao de su pescadera. Decirle también que ya me comí la mansana y porqué no, recordar lo bueno que estaba.
De nuevo y por millonésima vez, quiero darle las gracias por cada momento vivido, por cada primera experiencia vivida, que han sido unas cuantas, por cada cosa descubierta y aprendida. Pero me doy cuenta de que no puedo agradecerle todo lo que ha hecho por mi, así que me limitaré a darle las gracias por ser tan especial para mi.
Hice una promesa que logré cumplir, y ahora voy a reformularla: volveré (como una terminatrix cualquiera, no es así?) Por lo que no me despediré con un adiós sino con un hasta más ver!!!!
jueves, 10 de septiembre de 2009
El meu equip, el meu món del voleibol
Farà ja uns vuit anys, una noia jugava en un equip de bàsquet a la seva escola. Feia ja dos o tres anys que hi estava apuntada i cada any l’equip s’anava deteriorant. Finalment, vam arribar al fons del carreró, no hi havia sortida, l’equip s’havia desfet. Per algunes allò era un esport de nois i no feia per elles, altres s’havien cansat de no fer partits, però pel motiu que fos només quatre persones estaven disposades a tirar endavant aquella situació.
Els pares d’aquella noia li van proposar de continuar al bàsquet a l’equip del seu poble. Però ella no n’estava segura, no pensava que el bàsquet fos la seva passió. Simplement s’hi havia apuntat perquè volia fer algun esport i destacava per la seva altura, així que va caure, sense ser-ne conscient a aquell equip que mai va acabar de portar-li masses satisfaccions, fet que segurament va contribuir a que mai li acabés de fer el pes aquell esport.
Així va ser com el coordinador del club del col·legi li va proposar d’apuntar-se a un equip de voleibol que estaven muntant just aquell any amb noies que no havien agafat una pilota de voleibol en tota la seva vida.
Sense saber massa bé perquè va acceptar la oferta, va pensar que si el bàsquet s’havia ensorrat potser era perquè no hi havia de continuar, tenia raó.
Des d’aquella decisió han passat ja set anys. L’equip de voleibol del Montessori ha anat canviant molt, han passat moltes jugadores diferents i totes han aportat alguna cosa en aquest equip en el que finalment ens hem convertit.
Actualment, comparteixo l’equip amb, casualment, la majoria de les meves amigues. Per algú, això pot significar un inconvenient, una font de problemes i conflictes. Tot i que alguna vegada pugui ser cert, per a mi és un plaer. El fet de tenir bones amistats dins l’equip aporta un ambient agradable i relaxat. Però no només això, el fet de conèixer tan bé les persones amb qui comparteixes la pista afavoreix a saber com reaccionarà aquella persona davant de qualsevol situació dins la pista i per tant, saber si necessita un cop de mà o potser necessita espai per no causar discussions.
En aquest equip han passat també molts entrenadors diferents. Alguns han durat menys i alguns més, però sens dubte cada un ell ha contribuït a formar-me com a jugadora, dins i fora de la pista. Per això, els hi estic molt agraïda a tots i a cada un d’ells.
El mateix coordinador que em va proposar jugar a l’equip de voleibol, tres anys més tard em va explicar que hi havia un nou equip de bàsquet i em va preguntar si estava interessada en tornar. Evidentment, la meva resposta va ser un no rotund, per res del món hagués abandonat el meu equip.
Potser no haurem tingut moltes victòries, potser no haurem guanyat grans torneigs i potser per la resta de clubs no serem res més que “aquelles del montessori”. Haurem passat bones èpoques, però sens dubte, també n’hem passat de dolentes, de les que ara en fem una broma. Hem passat partits on desitjaves que no acabés, en els que t’adonaves que enlloc més disfrutaries tant com en aquell moment, però també hem passat partits on més hagués valgut retirar-se, hem passat també partits de nervis i molts, masses, tie-breaks d’infart, on més d’un s’ha arreglat amb el meu : QUÈ FAREM!!!??? – guanyarem- QUÈ FAREM!!?? I amb un simple toc d’alegria i felicitat, perquè si alguna cosa he après al llarg d’aquests anys és que l’actitud determina molt més que la tècnica.
Després de tot plegat i abans de començar aquesta temporada, ens hem retrobat actuals i antigues jugadores, persones amb qui has compartit grans experiències, molts moments, bons i dolents, i sense adonar-te’n han sigut molt importants en la teva vida. Persones amb les qui només un esport t’unia i amb les qui gràcies a elles t’has convertit en el que actualment ets. Al estar tots junts i al mirar-los t’adones de tot això i molt més, et recorre dins teu una sensació inexplicable i per això vols donar-los les gràcies, però no saps com, ni tampoc perquè, per això et limites a somriure perquè en el fons t’adones que ja ho saben i que segurament pensen el mateix. Per això, i un cop més: SOM-HI, SOM-HI.... MONTESSORIIIIIII!!! =D
Els pares d’aquella noia li van proposar de continuar al bàsquet a l’equip del seu poble. Però ella no n’estava segura, no pensava que el bàsquet fos la seva passió. Simplement s’hi havia apuntat perquè volia fer algun esport i destacava per la seva altura, així que va caure, sense ser-ne conscient a aquell equip que mai va acabar de portar-li masses satisfaccions, fet que segurament va contribuir a que mai li acabés de fer el pes aquell esport.
Així va ser com el coordinador del club del col·legi li va proposar d’apuntar-se a un equip de voleibol que estaven muntant just aquell any amb noies que no havien agafat una pilota de voleibol en tota la seva vida.
Sense saber massa bé perquè va acceptar la oferta, va pensar que si el bàsquet s’havia ensorrat potser era perquè no hi havia de continuar, tenia raó.
Des d’aquella decisió han passat ja set anys. L’equip de voleibol del Montessori ha anat canviant molt, han passat moltes jugadores diferents i totes han aportat alguna cosa en aquest equip en el que finalment ens hem convertit.
Actualment, comparteixo l’equip amb, casualment, la majoria de les meves amigues. Per algú, això pot significar un inconvenient, una font de problemes i conflictes. Tot i que alguna vegada pugui ser cert, per a mi és un plaer. El fet de tenir bones amistats dins l’equip aporta un ambient agradable i relaxat. Però no només això, el fet de conèixer tan bé les persones amb qui comparteixes la pista afavoreix a saber com reaccionarà aquella persona davant de qualsevol situació dins la pista i per tant, saber si necessita un cop de mà o potser necessita espai per no causar discussions.
En aquest equip han passat també molts entrenadors diferents. Alguns han durat menys i alguns més, però sens dubte cada un ell ha contribuït a formar-me com a jugadora, dins i fora de la pista. Per això, els hi estic molt agraïda a tots i a cada un d’ells.
El mateix coordinador que em va proposar jugar a l’equip de voleibol, tres anys més tard em va explicar que hi havia un nou equip de bàsquet i em va preguntar si estava interessada en tornar. Evidentment, la meva resposta va ser un no rotund, per res del món hagués abandonat el meu equip.
Potser no haurem tingut moltes victòries, potser no haurem guanyat grans torneigs i potser per la resta de clubs no serem res més que “aquelles del montessori”. Haurem passat bones èpoques, però sens dubte, també n’hem passat de dolentes, de les que ara en fem una broma. Hem passat partits on desitjaves que no acabés, en els que t’adonaves que enlloc més disfrutaries tant com en aquell moment, però també hem passat partits on més hagués valgut retirar-se, hem passat també partits de nervis i molts, masses, tie-breaks d’infart, on més d’un s’ha arreglat amb el meu : QUÈ FAREM!!!??? – guanyarem- QUÈ FAREM!!?? I amb un simple toc d’alegria i felicitat, perquè si alguna cosa he après al llarg d’aquests anys és que l’actitud determina molt més que la tècnica.
Després de tot plegat i abans de començar aquesta temporada, ens hem retrobat actuals i antigues jugadores, persones amb qui has compartit grans experiències, molts moments, bons i dolents, i sense adonar-te’n han sigut molt importants en la teva vida. Persones amb les qui només un esport t’unia i amb les qui gràcies a elles t’has convertit en el que actualment ets. Al estar tots junts i al mirar-los t’adones de tot això i molt més, et recorre dins teu una sensació inexplicable i per això vols donar-los les gràcies, però no saps com, ni tampoc perquè, per això et limites a somriure perquè en el fons t’adones que ja ho saben i que segurament pensen el mateix. Per això, i un cop més: SOM-HI, SOM-HI.... MONTESSORIIIIIII!!! =D
domingo, 6 de septiembre de 2009
Adiós gorilas !
Los primates, animales a los que nunca había prestado demasiada atención, significan ahora un mundo para mi. Con ellos he compartido largas horas de estudio, pero también de sonrisas, experiencias, amistades y sorpresas, cosas que forman parte ya de mis recuerdos.
Como dijo Steve Bloom “Mira a los ojos de un gorila y cambiarás para siempre”. Eso fue exactamente lo que experimenté. La primera impresión que pueden causarnos los gorilas es de impresionantes simios encerrados en una jaula “sin hacer nada”. Sin embargo, hacen falta tan sólo cinco minutos para darnos cuenta de que son mucho más que un simple espectáculo. Al mirar sus ojos, adivinas en ellos un mundo en su interior, dándote cuenta de que son mucho más similares a los humanos de lo que a mucha gente le gustaría admitir.
Al estar frente a ellos una pregunta constante aparece en mi mente: ¿Qué pensarán?. Pero luego, me doy cuenta de que por muchas horas, por muchas vidas, que pasase con ellos jamás lograría responder dicha pregunta. Así que, no puedo hacer otra cosa que limitarme a estudiar su comportamiento y como buen etólogo librándome de toda subjetividad.
Entonces, me doy cuenta de que hay otra cosa que llama mi atención. Al mirar en sus ojos, intento adivinar si lo que veo en ellos es la mirada hacia un rostro conocido, me pregunto si me conocerán, a pesar del centenar de personas que ven a diario. Es cierto que soy yo quién los estudia, sin embargo, han pasado muchas horas contemplándome ellos a mi. Es entonces cuando me pregunto quién observa a quién.
Pero todo eso terminó y no puedo hacer más que sentir cierta lástima, dado que para mi, Mark y su grupo han sido durante este verano, mis amigos los gorilas. Así que dejo de ser “la chica de los gorilas” para volver a ser lo que un día había sido de mí.
Fue entonces cuando pronuncié unas palabras, que posteriormente descubrí que también había pronunciado con anterioridad Dian Fossey: “Siempre que creo comprender el comportamiento de los gorilas, hacen algo que me coge totalmente por sorpresa”.
Como dijo Steve Bloom “Mira a los ojos de un gorila y cambiarás para siempre”. Eso fue exactamente lo que experimenté. La primera impresión que pueden causarnos los gorilas es de impresionantes simios encerrados en una jaula “sin hacer nada”. Sin embargo, hacen falta tan sólo cinco minutos para darnos cuenta de que son mucho más que un simple espectáculo. Al mirar sus ojos, adivinas en ellos un mundo en su interior, dándote cuenta de que son mucho más similares a los humanos de lo que a mucha gente le gustaría admitir.
Al estar frente a ellos una pregunta constante aparece en mi mente: ¿Qué pensarán?. Pero luego, me doy cuenta de que por muchas horas, por muchas vidas, que pasase con ellos jamás lograría responder dicha pregunta. Así que, no puedo hacer otra cosa que limitarme a estudiar su comportamiento y como buen etólogo librándome de toda subjetividad.
Entonces, me doy cuenta de que hay otra cosa que llama mi atención. Al mirar en sus ojos, intento adivinar si lo que veo en ellos es la mirada hacia un rostro conocido, me pregunto si me conocerán, a pesar del centenar de personas que ven a diario. Es cierto que soy yo quién los estudia, sin embargo, han pasado muchas horas contemplándome ellos a mi. Es entonces cuando me pregunto quién observa a quién.
Pero todo eso terminó y no puedo hacer más que sentir cierta lástima, dado que para mi, Mark y su grupo han sido durante este verano, mis amigos los gorilas. Así que dejo de ser “la chica de los gorilas” para volver a ser lo que un día había sido de mí.
Fue entonces cuando pronuncié unas palabras, que posteriormente descubrí que también había pronunciado con anterioridad Dian Fossey: “Siempre que creo comprender el comportamiento de los gorilas, hacen algo que me coge totalmente por sorpresa”.
martes, 1 de septiembre de 2009
Pensamientos ante un atardecer en el mar
El mar, ese inhóspito amigo que nos ha acompañado desde los más remotos inicios de ese planeta.
Desde encima de un acantilado lo observo y me doy cuenta de que realmente, ¡Está vivo! Y no me refiero al echo de que contenga seres vivos en sus entrañas, sino al echo de que actúa como nuestro amigo.
Y es que en sus aguas todos hemos disfrutado de maravillosas experiencias. Habrá quien recordará aprender a nadar en él, quien recordará un primer beso, una primera excursión en barco o quizá el pez más grande que pescó jamás. Y es que, sin duda, todos tenemos motivos para amarlo.
Sin embargo, en numerables ocasiones nos ha mostrado su lado más oscuro, llevándose consigo innumerables víctimas y dejando en tierra recuerdos de horror. Y es que como suele ocurrir, a veces, pagan las consecuencias de un “enfado” quien no lo ha causado.
Sentada en ese acantilado tengo la prueba más evidente de su fuerte temperamento, ya que el carácter abrupto de esa enorme pared refleja cada una de las cicatrices que le ha ocasionado la violencia del mar.
Ahora, contemplándolo en ese magnífico atardecer escuchando las suaves caricias de las olas contra las primeras rocas que se atreven a salir a la superficie, no puedo hacer más que seguir contemplándolo maravillada, dejándome seducir por esa magia. Y es que al cerrar los ojos y respirar profundamente, puedo sentirlo dentro de mi, será el olor, será la luz, será el ruido o quizá simplemente sea la magia del mar.
Si bien es cierto que en momentos como ese es cuando te sientes alejada del mundo y crees que cualquier cosa es posible y a la vez consigue que te sientas más cerca de las personas queridas de las que, a la vez, el mismo mar te separa, pensando que tan sólo ese inmenso charco es lo que os distancia.
Y es que es evidente lo misterioso que es el mar. Si bien puede decirse que la mayoría de cosas de este planeta que le quedan por descubrir al ser humano se encuentran en las profundidades de nuestro amigo. Además, lo ha visto todo. Si pudiera hablarnos, sería capaz de contarnos cómo vivían los hombres hace millones de años, incluso podría hablarnos de aquellos tiempos en los que aún, ni por asomo, había vida en ese planeta. Quizá sí nos lo esté contando, quizá sea esa la razón por la que fácilmente nos quedamos boquiabiertos ante tal inmensidad, pero también, y sólo quizá, esa capacidad de albergar tales misterios es precisamente el mayor misterio y puede que eso deba continuar así porque sólo tal magia es capaz de proporcionarnos tal asombro.
El control del tiempo
Si preguntara a cualquier persona: ¿Por qué llevas ese reloj? Seguramente y de entrada, la persona mostraría claros signos de sorpresa y seguramente con una mirada atónita me respondería: ¡Pues para saber la hora, está claro! Y si a continuación, preguntara: Pero, ¿por qué quieres saber la hora? Ya quizá mi interlocutor ni siquiera se dignaría a responderme.
Pero quizá merece la pena reflexionar sobre esto. La mayoría de nosotros llevamos un reloj y sin darnos cuenta, en la mayoría de ocasiones él controla nuestras vidas. Es como si fuéramos unos muñecos o unos robots dirigidos por ese mando a distancia diabólico que dirige todas nuestras acciones. Acaso, no hacemos determinadas cosas por el simple hecho de que “es la hora”? ¿Cuántas veces nos vamos a dormir porque “es tarde”? o ¿Cuántas veces seguimos durmiendo porque “aún es temprano”? o sencillamente, ¿Cuántas veces desayunamos, comemos o cenamos porque “ES LA HORA”?
Acaso, ¿pasaría algo si no hiciésemos todas esas cosas aunque nuestro querido reloj marcase que deberíamos hacerlas?
Es cierto que en algunas ocasiones la respuesta es: SÍ. Pero, ¿qué pasa con todas las ocasiones en que la respuesta es: NO?
Por eso, quizá deberíamos librarnos un poco de ese instrumento que sin quererlo y fabricado por nosotros mismos nos controla. Quizá deberíamos probar qué se siente al hacer algo porque queremos o porque nos apetece en aquel preciso momento y no porque sea al reloj a quién le apetezca que lo hagamos.
Esta reflexión, irónicamente, se me ocurrió un día en el que, por accidente, me dejé el reloj en casa.
Pero quizá merece la pena reflexionar sobre esto. La mayoría de nosotros llevamos un reloj y sin darnos cuenta, en la mayoría de ocasiones él controla nuestras vidas. Es como si fuéramos unos muñecos o unos robots dirigidos por ese mando a distancia diabólico que dirige todas nuestras acciones. Acaso, no hacemos determinadas cosas por el simple hecho de que “es la hora”? ¿Cuántas veces nos vamos a dormir porque “es tarde”? o ¿Cuántas veces seguimos durmiendo porque “aún es temprano”? o sencillamente, ¿Cuántas veces desayunamos, comemos o cenamos porque “ES LA HORA”?
Acaso, ¿pasaría algo si no hiciésemos todas esas cosas aunque nuestro querido reloj marcase que deberíamos hacerlas?
Es cierto que en algunas ocasiones la respuesta es: SÍ. Pero, ¿qué pasa con todas las ocasiones en que la respuesta es: NO?
Por eso, quizá deberíamos librarnos un poco de ese instrumento que sin quererlo y fabricado por nosotros mismos nos controla. Quizá deberíamos probar qué se siente al hacer algo porque queremos o porque nos apetece en aquel preciso momento y no porque sea al reloj a quién le apetezca que lo hagamos.
Esta reflexión, irónicamente, se me ocurrió un día en el que, por accidente, me dejé el reloj en casa.
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